Del Pacífico al Caribe


"...Ahora la locura trajo hasta aquí."
 Didier, abril 2016.
La partida fue de Guadalajara, Jal. Un viaje que tomó alrededor de cuatro horas, cuyo destino seleccionado: SJC, San José, Costa Rica. 

La primera "misión", cambiar algunos dólares por colones, ¿después? aventurarnos. 

El ligero equipaje, no hizo más que ayudar, permitiendo caminar para hacer parada al bus (colectivo), garantizando probar todo lo que el camino permitiera y un carrito de madera con envases de refresco viejo, rellenos de líquidos de colores flourescentes dieron a elegir un granizado de "zarza", espolvoreados con leche a la mitad del pequeño vaso y una cuarta parte de leche condensada al tope del granizado, ¡simplemente delicioso!

A simple vista, la ciudad de San José resalta con casas de techo a "dos aguas" de lámina en colores rojizos, aparentemente caliente, ¡pero no!

Este viaje tenía un pequeño "itinerario" consigo, como en todas las aventaras de Didier, no fue seguido al pie de la letra... con un resultado más que bueno.

Desayuno en Quepos (Didier, 2016)
Un taxi, de costo elevado por la distancia nos llevó a la terminal de autobuses en donde se tomaría el bus que llevaría al primer destino señalado en el plan: Quepos.
Del lado del Pacífco existe un lugar tranquilo, con calles de tierra.
Quepos no supo decepcionar, porque con personas en el camino aprendimos a disfrutar de los mejores desayunos de mi vida: Tico, la mejor fruta que haya probado jamás y harta agua para balancear el calor que sabe Costa Rica regalar.

Eduardo y  Didier (Costa Rica, 2016)
Curiosamente las fondas locales, llamadas "Sodas" tienen como alimento principal  el pollo frito, y vaya que abundan, sin embargo, después de nadar y tanto caminar, este alimento puede "alivianar" el día. 
Pero bueno, basta de tanta subjetiva descripción... el Parque Nacional Manuel Antonio, a unos minutos de Quepos (ciudad), tiene objetivamente un belleza particular; es correr a la playa cuidando el equipaje para no ser asaltado por los monos araña o en cambio caminar lentamente y elevar la vista pacientemente buscando encontrar un perezoso subir y bajar por los árboles. Todo eso sin vallas, ni muros divisorios, todo a la mano, en su hábitat natural, prestando un poco de su espacio para disfrutar la vida un poco más. 

 El Pacífico fue hermoso, tomar el bus para viajar nueve horas y atravesar el país entero, ¡llegar al Caribe! y conocer Puerto  Viejo Talamanca, CR. Un lugar de reggae, rastas, colores vivos, voces con un acento un tanto jamaiquino y cuyos gritos decían ¡Pura Vida!

Manuel Antonio (Didier,2016)

Otro lugar abundante en changos por todos lados, en las calles, a la orilla del mar, ¡qué paraiso!. 
Tengo que confesar que dejar este lugar, me costo un poco pues era mejor de lo que hubiera podido imaginar; sin embargo, nuevamente un bus, llevó a otra maravilla natural: Playa Chiquita. Un sitio alejado de todos, abandonando ahora sí, nuestros equipos celulares y entregándonos en cuerpo y alma a la naturaleza. 
La cabaña por la noche, nos permitía escuchar a los monos aulladores golpeando las maderas y haciendo de las suyas, nuevamente estamos en su hábitat y les debemos sumo respeto. 


Arena Puerto Viejo de Talamanca (Didier, 2016)


En la mañana junto con la salida del sol, caminamos por más de dos horas a la orilla del mar y llegamos a Punta Uvita, recolectamos unos cocos y con ayuda de una rama de árbol, se abrieron tomando una deliciosa agua fresca.

Después de esta travesía resumo que puedes elegir (de alimentos) entre un casado o un gallo pinto; que la naturaleza tiene todo lo necesario para ser feliz; que el café a toda hora es bueno, entonces jamás será aceptable desaprovechar la oportunidad de un "tico"; y que merece la pena gritar a los cuatro vientos ¡Pura Vida!



Viviendo el Caribe (Didier, 2016)



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